viernes, 14 de diciembre de 2012

Mujer Mìa

...Y caminaba solitario, solamente acompañado por el crepitar de las hojas secas bajo mis botas. Casi arrastrando mi cuerpo entre murmullos que provenían de los árboles. La oscuridad era tan penetrante que llegaba hasta mi alma. Pero aún más doloroso era el palpitar de mi corazón. No encontraba el camino al pueblo, pero no me importaba, ya no, solo debía caminar y caminar, no debía quedarme quieto en un solo lugar o moriría de desesperación. Igual no podía. Intenté descansar un poco pero mi ansiedad me levantó he hizo que siguiera sin rumbo. La ultima llama de mi antorcha amenazaba con abandonarme, pero no tenía remedio, debía avanzar (?). Algunas sombras entre los matorrales ponían mis nervios en posición defensiva. Pero solo, sin mi espada, no tenía más armas que el deseo de llegar a casa. Si, a casa. Junto a ella. Al lado de ella.

Ella, quien se había convertido en una razón más para luchar, para seguir. Ella hacía olvidar en esos momentos lo que un explorador solitario como yo, hubiese hecho en esa situación en la que estaba. No había más destino que la muerte, y si morir era la salida, ya la hubiese tomado por mis propios medios. Dios me perdonaría, supongo. Pero, empero, no lo iba a hacer, no descargaría mi furia contra mi mismo. Pues El Ab-bb el padre que nunca tuve, me había dado una razón en mi corazón para seguir luchando pese a lo complicado del camino.

Esa razón, era ella. Aquella morena que un día me regaló una sonrisa, y me enamoré y conté con la suerte de enamorarla también. Es la mujer perfecta, la que siempre soñé, aquella que con amor en sus ojos y sus labios, me regaña cuando soy presa de mis genios. Aquella mujer me tiende su sonrisa y que con sus manos me acaricia. Aquella mujer que amo con todas las fuerzas de mi alma, con toda la energía del universo. Muero por verla ya, muero por encontrarla y correr a abrazarla y no dejarla nunca. Muero por ella, si tan solo, ella supiera todo el amor que le profeso... Es más grande que el universo mismo y sus 100 mil millones de galaxias.

Revise mis bolsillos, y ahí estaba. El anillo de oro y diamante que le llevaba, que ella luciría como símbolo del amor entre los dos. Sabía que le gustaría, sabía que saltaría de jubilo y alegría y sellaríamos el pacto de amor eterno con un beso. Solo faltaba la bendición de Dios para magnificar este amor, aunque sabíamos que ya la teníamos.

El último suspiro de mi improvisada antorcha, se esfumó... Me detuve un poco, pensé... Traté de ordenar mis pensamientos. Cerré los ojos. Oré al Padre del Cielo. Y seguí caminando.
Caminè durante 2 o 3 horas más en completa oscuridad, con los ojos cerrados y solo me dejé llevar... Al cabo de miles de pasos, vi una luz, si, una luz q luchaba por colarse entre las hojas de los matorrales y elevarse a las estrellas. La seguí con el corazón. Y mi alegría desbordó cualquier intento, brilló mi alma más que el universo y su googol de estrellas, al ver, que esa luz, eran las oraciones de mi amada por mi. Me acerqué y ella al verme, sonrió como solo lo sabe hacer ella. Sin tiempo ni espacio, nuestras almas y nuestros cuerpos se unieron en una danza infinita, y un beso eterno. El anillo!! Claro, busqué en mis bolsillos y lo saqué. Ella al ver q llevaba la abordó la curiosidad. Rodilla en el piso, tomé su mano y le dije: hermosa princesa morena, la más hermosa entre las hermosas, la más dulce entre las dulces, la más sensual entre las divas del universo, la más amada de todos los tiempos... Te pido, solemnemente que te unas a mi, como esposa para toda la eternidad. Para amarte, respetarte y consentirte, como la linda princesa que eres. Permíteme cuidarte y amarte por siempre. Recibe este anillo de oro y diamantes, como muestra de mi amor, mi intención y mi compromiso hacia ti. Te amo, te amo inmensamente, te amo eternamente, te amo dulce princesa morenita



By: Fernando Montaña R.
Copyright Dec 2012


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